Es
difícil abordar este clásico inmortal sin caer en evidencias,
repetir lo ya dicho.
El
eternauta nace en las páginas de la revista semanal Hora Cero en
Argentina , allá por el año 1957, y nos relata las aventuras de
Juan Salvo y su familia y amigos hasta 1959.
Con
los años tuvo un gran número de secuelas y versiones, pero ninguna
con la fortuna de la predecesora, a pesar de contar algunas con
nombres de la talla del propio Alberto Breccia .
Este
libro es hijo de su época, y como tal nace, en un ambiente
combativo, de hostilidad al régimen, de solidaridad, y de pocas -
muy
pocas - esperanzas. Una sensación asfixiante se estaba asentando,
recorriendo calles, casas, y bares, contagiando cada rincón. Os
sitúo: recordemos que Perón fue derrocado por un golpe militar en
1955 y la sociedad argentina vivía dividida entre peronistas y
antiperonistas, conviviendo en un clima de calma tensa, cuando no
decididamente tensa (lo de calma era un decir), que acabaría con dos
golpes de estado más en 1962 y 1966.
Se podría
decir que se fraguaba la tragedia, en una especie de guerra civil
promovida por una oligarquía militar que ostentaba el poder y
alimentaba el odio para consolidarse en la tribuna.
Nada
nuevo en la triste historia de la humanidad, una historia que se ha
ido repitiendo en diferentes países con el beneplácito y/o
financiación del llamado primer mundo que, no lo olvidemos, vivía
en plena guerra fría. Y por si fuera poco, el destino guardaría una
atroz sorpresa al propio Oesterheld, ya que él mismo sería uno de
los demasiados desaparecidos de la dictadura argentina en 1977.
La
historia comienza cuando nuestro protagonista le dicta los hechos
acontecidos al mismo autor del libro en una fría y desierta noche
bonaerense.
Luego
se sucedería la ya famosa nevada nocturna que emborronó Buenos
Aires sembrándola de muerte, cuando nuestro Juan Salvo, familia, y
amigos (Falvalli, Lucas, y Polsky) son sorprendidos en plena partida
de cartas. A partir de aquí se van desgranando los
hechos
hasta que los personajes se dan cuenta de que se hallan atrapados en
casa, sin poder salir al exterior por miedo a ser contaminados.
Superada la angustia inicial vendrá el siguiente paso, el
racionamiento de alimentos y la organización, hasta llegar a tomar
contacto con otros grupos de supervivientes con los que harán piña
para sobrevivir y para plantar cara al invencible invasor
extraterrestre. Luego llegará la unión al ejército superviviente,
el famoso replegamiento en el estadio de River Plate, el ataque a los
otros, la vuelta a casa, la escapada... hasta llegar a el
insospechado final.
Oesterheld
era un hombre de izquierdas y, como explica su mujer Elsa, fue
fuertemente influenciado por un grupo de anarcosindicalistas
españoles refugiados en Argentina.
Seguramente
la implicación en los sucesos políticos que recorrían el país era
fuerte, y así se debió reflejar en su obra, de manera más o menos
velada. Quizás no queda nada más que decir de Oesterheld: sobran
las palabras ante posiblemente el mejor guionista de la historia del
cómic argentino.
En
cambio, F. Solano López era muy joven: cuando se embarcó en el
proyecto de El Eternauta tan solo contaba con cuatro años de
experiencia como dibujante profesional, aunque en todo momento
demostró una madurez y oficio excepcionales. Las condiciones de
trabajo
no eran fáciles: se tenía que dibujar con mucha rapidez, los plazos
de entrega apremiaban y no había tiempo para lucimientos personales.
Solano cumplió con creces, si bien algunas veces se observan los
fondos no tan bien trabajados como otras, lo cual quizás sirvió
para contribuir a ese clima de angustia y soledad, que tan bien
transmite la obra gracias a las manchas negras.
[Más
información en la siguiente web: http://www.eternauta.com/]
Aquí os dejo el enlace de un estudio sobre la obra. Se trata de un capítulo de la serie documental argentina Continuará.