Es el cómic más popular del mundo, el del personaje
de V de Vendetta
—que usan los manifestantes de Anonymus, los de Occuppy Wall Street
y los de movimientos antisistema .
A Barcelona le ha llevado una enésima promoción de la aventura
distópica en una Inglaterra posnuclear en la que un misterioso
personaje intenta acabar con una dictadura ultraderechista. Lloyd,
dibujante de este cómic de 1982 ante la actitud anacoreta del
guionista Alan Moore, emana la
sabiduría innata del observador de la vida, decisiva al crear una de
las grandes iconografías del siglo XX. En los inicios del XXI, V
vive una vigorosa segunda vida.
Pregunta.
Usted propuso a Moore basarse en el conspirador católico inglés del
XVII Guy Fawkes. ¿Por qué ese personaje?
Respuesta. No
fue por un tema religioso. Buscábamos un héroe que llevara máscara
y no hallábamos formato. Fawkes y su voluntad de dinamitar el
Parlamento en 1605 para acabar con la persecución católica casaba
con lo que pensábamos. Fawkes es un terrorista y un anarquista sin
él saberlo y queríamos eso para la filosofía de V, al que llevamos
a luchar contra una tiranía más general, la del fascismo, que tiene
algo de religioso: parecen clubes demoníacos en los que hasta la
gente pelea para no quedarse fuera de ellos…
P.
Fawkes ya fue ilustrado para una novela de 1840 con ese sombrero
cónico y bigote y barba con perilla. ¿Le influyó la imagen de
George Cruikshank?
R. Conocía el
trabajo de Cruikshank y me influyó, como el de Arthur Rackham, pero
quería reconstruir las máscaras que se utilizan cada 5 de noviembre
donde se recuerda su muerte en la hoguera; pero era verano y no la
encontraba y la recreé, mal, de memoria.
P. Con
sonrisa inquietante…
R. Fue un
accidente: intentaba definir el bigote con la comisura de los labios
y salió esa sonrisa enigmática y decidí dejarla porque en la vida
nos vemos obligados a utilizarla en situaciones de adversidad; como
mecanismo de defensa. También transmitía desafío. La historia de
la creatividad está llena de accidentes así.
P.
¿Hubo algún otro accidente creativo en V
de Vendetta?
R. Quizá el del
capítulo 11. El detective Finch habla un rato y Alan me dijo: “Para
romper, en paralelo pon a V por en medio, donde quieras”. Se me
ocurrió sentarle en una sala de proyecciones, mirando diapositivas:
le estábamos dando un pasado al personaje que no teníamos, le
dotábamos de humanidad. Ya eso nos funcionaba. Al final hice que
mirara unas fotos de una amiga mía actriz. Tanto le gustó a Moore
eso, que así nació Valerie Page, la lesbiana encerrada en prisión
por su sexualidad.
P.
¿Por qué darle a V una ideología anarquista?
R. Porque Moore
cree en los anarquistas y en la sociedad autogestionaria. Yo no. Para
autogestionarse, una sociedad debe tener gran autocontrol individual
y colectivo y, lo siento, somos muy débiles, influenciables en grado
preocupante, nos encanta sacarnos responsabilidades de encima y
delegamos rápido el poder en otros. Y, además, somos fácilmente
corruptibles, como vemos cada día.
P. La
escenografía recuerda a la hitleriana, pero la ideología ¿tiene su
origen allí, en la Inglaterra prefascista de entreguerras o en el
tatcherismo de los años ochenta?
R. Margaret
Tatcher llevaba un par de años en el poder cuando empezamos V
de Vendetta,
aún no había desarrollado todo su seudofascismo. No, el modelo era
la Alemania y la Italia de los años treinta, queríamos reflejar el
comportamiento de las sociedades fascistas y la actitud demasiado
estúpida de la gente, incapaz de ver que muchas veces quien les
lidera es un monstruo. Lo importante es que la gente despierte y tome
conciencia en lo individual.
P.
Precisamente, V de Vendetta
refleja una batalla personal. ¿Exceso de individualismo?
R. No creo. Cada
uno ha de saber siempre aquello que es bueno o no y lo que debe hacer
o no. Cuando conformas un grupo, les seduces, despersonalizas a sus
componentes, los conviertes en mulas. V quiere que la gente sepa lo
que ocurre, que despierte y que luego decida libremente. Si no
deciden ellos, ¿cuál es la diferencia entre una tiranía y lo que V
haría y representaría? Para V eso es vital. Por eso la obra tiene
final abierto: ¿Esa sociedad cambiará o dejará liderarse de nuevo
por otros?
P. La
violencia de V es alta: mata, aplica tortura psicológica…
R. La violencia
no tiene justificación moral alguna, pero si en una sociedad no se
dan los medios para expresar y canalizar la falta de satisfacción y
se comenten injusticias sociales o económicas que ahogan la vida de
la gente, la violencia se hace comprensible en lo político. V
ejecuta a empleados de un Gobierno fascista: como expresión
política, esa violencia vale; como moral, no es justificable.
P.
Matiz delicado.
R. Quiero decir
que la ley puede estar pervertida por un Gobierno, por la política o
por la religión; todos sabemos en nuestro fuero interno lo que es
correcto o no; hay que distinguir entre lo legal y lo correcto: no
siempre es lo mismo.
P.
Inquietante la segunda vida del cómic. ¿Significa que vivimos hoy
con Gobiernos seudofascistas?
R. Es evidente
que vivimos un momento de opresión parecido al que se experimenta en
V de Vendetta.
Supuestamente estamos en democracias, pero todos sabemos que los
Gobiernos son irrelevantes; hoy los bancos y corporaciones concentran
todo el poder.
R. La anarquía
se gestiona a través de pequeñas comunidades que se apoyan. La
modernidad ha destruido el sentido de comunidad; en la medida en que
se recupere ese sentido comunitario, el apoyo entre esas pequeñas
comunidades, se reducirá la dependencia de las grandes
corporaciones.
P. V
de Vendetta usa mucho cine:
flashbacks,
escenas paralelas…
R. Me gusta más
el cine que el cómic; mi estilo plástico bebe del cómic, pero el
narrativo, del cine. Si algo me ha marcado en la vida es un filme: El
nadador, ascenso y
derrota final de un hombre.
P.
Desde septiembre del año pasado, promueve Aces weekly
(www.acesweekly.co.uk), cómic online.
Amén del ahorro de costes, insiste en la libertad que da.
R. La industria
del cómic está dominada por Marvel, DC… Ese mainstream
te encarga que cuides de sus personajes, pero difícilmente te deja
contar tus historias. Yo doy libertad absoluta y solo me quedo los
derechos dos años; soy plataforma de gente con cosas que decir y no
tiene dónde. No ofrezco más que el espíritu de Vendetta…
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