Gianni
Pacinotti, Gipi, es un italiano de cuarenta y pocos años, natural de
la celebre Pisa, diplomado en
el Liceo artístico de dicha ciudad y poseedor de una inquietud que
le ha llevado a frecuentar
diferentes
academias de arte, entre ellas alguna de Barcelona cuyo nombre no
recuerda y donde, según
nos confesó, estuvo residiendo durante medio año.
En
Exterior Noche se reúnen
cinco estremecedoras historias de contenido duro e inquietante,
situadas en degradados barrios
del extrarradio industrial de grandes ciudades italianas.
Dichas
historias fueron publicadas originalmente en diferentes medios y por
separado, pero su recopilación
en un solo tomo no es casualidad ya que como se podrá observar,
forman un puzzle de cinco
piezas no unidas argumentalmente pero si generadas a partir de un
mismo impulso inconformista
y rebelde, y a excepción de la última, inspiradas a partir de
sucesos o anécdotas reales vividos
por el propio autor.
Gráficamente
nos puede recordar a Baru, pero a diferencia de el, nos encontramos
ante una obra dibujada
con un estilo agresivo y arrebatador, con imágenes que piden a
gritos escaparse de las páginas
que las alojan, con fondos sugestivos que apenas apuntan lo que
quieren dejarnos ver, pero que
nos muestran lo suficiente para conducirnos por estas carreteras
heladas, esos ríos oscuros, o ese
mar infinito. Gipi utiliza una técnica al óleo sobre soportes
rígidos y usa preparados con disolventes
que le permiten obtener unos efectos de luz muy característicos y
unos volúmenes muy conseguidos,
sobre los que recorta figuras humanas de trazos sintetizados (quizás
es aquí donde reside
el nexo de unión con Baru). Todo ello, acompañado de un azul, color
noche que sin darnos cuenta,
extiende su manto a lo largo de toda la obra y la contagia de un aire
de misterio, tristeza y desánimo,
a partes iguales.
Una
curiosidad del autor, es que dibuja personajes femeninos en contadas
ocasiones (aquí lo vemos en
tan sólo una de las cinco historias). Esto se debe, según nos
cuenta el mismo, a su falta de
técnica
para hacerlo con garantías que no le lleven a caer en tópicos ni
estándares sinuosos aunque apunta
que está aprendiendo mucho al respecto y confía solucionarlo
próximamente, así que no hay que
preocuparse.
Su
faceta de narrador encaja perfectamente con su estilo y, en todas y
en cada una de las cinco historias,
ni empieza ni acaba nada, sino que todo continúa, se siguen acciones
ya iniciadas y los finales
necesitan del lector para redondear el círculo con el desenlace. A
pesar de todo, y como se puede
deducir del prólogo, Gipi todavía es un autor que se reconoce en un
proceso de aprendizaje, y ello,
unido a su extremado afán perfeccionista y a su reconocido miedo a
caer en la presuntuosidad, le
hacen titubear en determinados momentos. A pesar de todo, Gipi está
inmerso en una etapa de reconocimiento
y consolidación que no sabemos hasta donde lo van a llevar, pero lo
que si podemos decir,
es que huele a uno de los grandes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario