miércoles, 7 de mayo de 2014

EXTERIOR NOCHE



Gianni Pacinotti, Gipi, es un italiano de cuarenta y pocos años, natural de la celebre Pisa, diplomado en el Liceo artístico de dicha ciudad y poseedor de una inquietud que le ha llevado a frecuentar
diferentes academias de arte, entre ellas alguna de Barcelona cuyo nombre no recuerda y donde, según nos confesó, estuvo residiendo durante medio año.
En Exterior Noche se reúnen cinco estremecedoras historias de contenido duro e inquietante, situadas en degradados barrios del extrarradio industrial de grandes ciudades italianas.
Dichas historias fueron publicadas originalmente en diferentes medios y por separado, pero su recopilación en un solo tomo no es casualidad ya que como se podrá observar, forman un puzzle de cinco piezas no unidas argumentalmente pero si generadas a partir de un mismo impulso inconformista y rebelde, y a excepción de la última, inspiradas a partir de sucesos o anécdotas reales vividos por el propio autor.


Gráficamente nos puede recordar a Baru, pero a diferencia de el, nos encontramos ante una obra dibujada con un estilo agresivo y arrebatador, con imágenes que piden a gritos escaparse de las páginas que las alojan, con fondos sugestivos que apenas apuntan lo que quieren dejarnos ver, pero que nos muestran lo suficiente para conducirnos por estas carreteras heladas, esos ríos oscuros, o ese mar infinito. Gipi utiliza una técnica al óleo sobre soportes rígidos y usa preparados con disolventes que le permiten obtener unos efectos de luz muy característicos y unos volúmenes muy conseguidos, sobre los que recorta figuras humanas de trazos sintetizados (quizás es aquí donde reside el nexo de unión con Baru). Todo ello, acompañado de un azul, color noche que sin darnos cuenta, extiende su manto a lo largo de toda la obra y la contagia de un aire de misterio, tristeza y desánimo, a partes iguales.

Una curiosidad del autor, es que dibuja personajes femeninos en contadas ocasiones (aquí lo vemos en tan sólo una de las cinco historias). Esto se debe, según nos cuenta el mismo, a su falta de
técnica para hacerlo con garantías que no le lleven a caer en tópicos ni estándares sinuosos aunque apunta que está aprendiendo mucho al respecto y confía solucionarlo próximamente, así que no hay que preocuparse.
Su faceta de narrador encaja perfectamente con su estilo y, en todas y en cada una de las cinco historias, ni empieza ni acaba nada, sino que todo continúa, se siguen acciones ya iniciadas y los finales necesitan del lector para redondear el círculo con el desenlace. A pesar de todo, y como se puede deducir del prólogo, Gipi todavía es un autor que se reconoce en un proceso de aprendizaje, y ello, unido a su extremado afán perfeccionista y a su reconocido miedo a caer en la presuntuosidad, le hacen titubear en determinados momentos. A pesar de todo, Gipi está inmerso en una etapa de reconocimiento y consolidación que no sabemos hasta donde lo van a llevar, pero lo que si podemos decir, es que huele a uno de los grandes.





No hay comentarios:

Publicar un comentario