lunes, 31 de marzo de 2014

EL AÑO QUE VIMOS NEVAR

Fermín Solís nos conduce a través de los recovecos del tiempo y del espacio evocándonos una época inolvidable donde la mayor preocupación era hasta qué hora poder seguir en la calle persiguiendo un balón.
Con su estilo característico, entre la figuración retro y la modernidad francesa tan popularizada por Dupuy y Berberian, aunque en blanco y negro, el autor cacereño nos deshila las aventuras de Martín Mostaza, probablemente su alter ego a medio camino entre la realidad y la ficción, en seis historias cortas autoconclusivas.
Cabe mencionar que ésta no es la primera entrega de Martín, pues El año que vimos nevar, es la continuación de Los días más largos (ediciones Balboa), aunque se puedan leer independientemente sin que esto afecte en absoluto a la comprensión.


Destacar también que el autor recibió el premio de autor revelación en el Salón del cómic de Barcelona del pasado 2004, y que ese año obtuvo una nominación al mejor guión por la excelente De ballenas y pulgas, obra que esconde un velado homenaje a Jacques Tati, editada por Ariadna.
Solís ha visto publicada su obra en Francia y Canadá por
prestigiosas editoriales de carácter independiente, hecho que le augura un gran futuro, al menos, en este microcosmos que es el de la historieta.

Para obtener mayor información sobre el autor podemos navegar por su web, www.ferminsolis.com, y disfrutar de sus numerosas ilustraciones .





Hace dos cursos, Fermín Solís nos visitó. Aquí lo podéis ver en nuestra Biblioteca dedicando alguna de sus obras .







viernes, 28 de marzo de 2014

BILLIE HOLYDAY

José Muñoz y Carlos Sampayo son los autores de esta magnífica historieta titulada Billie Holiday  . Contada en múltiples niveles, la biografía de la genial cantante negra combina la historia de los Estados Unidos, el racismo, las drogas y el arte con investigación periodística, reconstrucción ficcional de escenas íntimas, canciones de la Holiday y personajes ficticios pero verdaderos (como Alack Sinner, el emblemático detective creado también por este genial dúo de autores argentinos).
En ese blanco y negro perfecto de Muñoz, el recorrido propuesto por Sampayo destaca -siempre entre sombras- los duros episodios que debió afrontar esta mujer a la que el dibujante define como “una herida que canta”. Desde su adolescencia como prostituta para ganarse el sustento, puesto que fue prácticamente abandonada desde muy joven,  hasta las constantes persecuciones de la policía, con sus padecimientos y humillaciones sin nombre a pesar del éxito y del reconocimiento, asistimos en Billie Holiday a un policial negro en potencia, ya que está presente en ella la santísima trinidad del género: alcohol abundante, dinero sucio y mujer fatal. 



“Les daré palabras en forma de música” dice Billie desde el más allá. Curioso triunfo el de Muñoz y Sampayo, que logran transmitir el sonido de esa voz de otro mundo en un arte silencioso como la historieta.

Muñoz y Sampayo (recordemos que son los padres del también magnífico Alack Sinner) quisieron celebrar el treinta aniversario en 1989 de la muerte de la gran Billie Holliday con este cómic a medio camino entre el reportaje biográfico y la ficción reivindicativa. Los autores son unos reconocidos aficionados al jazz, lo que no es ninguna novedad, puesto que Alack Sinner ya rezuma jazz por los cuatro costados, y enfocaron esta obra con gran cariño buscando contraponer el lado entrañable de Lady Day con el más cruel y desafortunado de su corta vida.

Poseedora de una voz privilegiada y con un sentido del blues innato, Billie Holliday pronto se hizo un hueco entre lo más florido del jazz, pero su mala suerte a la hora de escoger compañías y su adicción a todo tipo de sustancias, ya fueran legales o ilegales, la llevaron a una vida autodestructiva que la acabaría consumiendo. Una autodestrucción agravada por su valiente y público activismo en favor de la igualdad de los derechos de las personas de color, que le reportaría peligrosos enfrentamientos, tanto con el estamento policial como con el segregacionista.







Sampayo nos sitúa a finales de los ochenta, donde a través de las indagaciones de un periodista que tendrá que cubrir dicha efeméride, repasaremos los convulsos últimos años de la que sin duda fue una de las voces más hermosas de la historia. Al final de
su vida tendrá un protagonismo muy especial el saxofonista Lester Young, que estuvo siempre muy unido a Billie Holliday y con quien mantuvo una relación muy especial.
Ambos se entenderían a la perfección y grabarían algunos de los mejores discos de jazz de la historia.

Alack Sinner también tendrá un papel estelar en la obra aunque, en este caso, disfrazado de secundario de lujo y descubriéndonos que de niño tuvo el placer de conocer a la gran cantante.
Esta obra nos ofrece hoy una excelente oportunidad para completar, junto a sus míticas grabaciones y excelentes biografías, el fondo en nuestras bibliotecas sobre uno de los grandes iconos del jazz.


Un merecido y cuidadoso homenaje... ¡Larga vida a la reina!














jueves, 27 de marzo de 2014

HUIDA HACIA LA GLORIA





Tras el descubrimiento de América por Cristóbal Colón, las primeras tierras que se colonizaron fueron las islas del Mar Caribe; principalmente La Española (actual Santo Domingo y Haití) y Cuba. Tuvieron que pasar casi veinte años para que los españoles fundasen una ciudad en Tierra Firme, Santa María de La Antigua. Fue en el año de 1510 y entre los fundadores estaba Vasco Núñez de Balboa.

El cómic, que lleva por título ‘Huida hacía la Gloria’, ha sido guionizado e ilustrado por el historietista, actor y dramaturgo Miguel Gómez Andrea (GOL), y es la tercera de las publicaciones de la colección Historieta ‘Extremeños en Iberoamérica’, después de la historia dedicada a Francisco de Orellana y el descubrimiento del Amazonas, editada en 2011 y el dedicado a Nuflo de Chaves, descubridor del Iguazú, editado en 2012.

La edición de este cómic se encuentra incluida entre las actividades organizadas con motivo de la Conmemoración del V Centenario del Descubrimiento del Mar del Sur por el jerezano Vasco Núñez de Balboa y tiene el objetivo principal de hacer llegar la historia del descubridor extremeño, en un lenguaje sencillo y un formato atractivo, a los más pequeños.

Aquí tenéis una entrevista con Gol, el autor del cómic, que nos visitará en breve para la presentación de su obra.




jueves, 20 de marzo de 2014

DIOS EN PERSONA



Dios en persona” es una reflexión sobre nuestra sociedad a través de la figura de Dios. Para ello, Marc-Antoine Mathieu se sirve de esos elementos que definen la actualidad, como el merchandising, el márketing, la publicidad, los reality shows… Los males de nuestra era parecen tomar como presa preferente a Dios y convertirlo en el eje de nuestras vidas. Aunque en el guión encontramos citas del calibre de “Dios es la soledad de los hombres”, de Jean-Paul Sartre, Mathieu consigue llevar adelante su historia evitando un tratamiento demasiado intelectual, plagado del humor absurdo, característico en toda su obra.


Una muy recomendable historia gráfica para observar al cómic desde el otro lado. Desde la reflexión de quiénes somos y en qué nos hemos convertido, el autor Mathieu resuelve una complicada paradoja a su favor: consigue que un ensayo se convierta en cómic.



Probablemente, dentro de los diferentes géneros literarios, nada hay más opuesto al cómic que esta fórmula inventada por Montaigne en el S.XVI. Bien es cierto, también, que el cómic además de ser una obra artística completa con unas características concretas, puede entenderse como medio de expresión artística (un vehículo) que permitiría adaptar a sus mecanismos diferentes tipos obras.
Esta reflexión viene a cuento porque Dios en persona es un cómic basado en reflexiones filosóficas y teológicas, más que un ejercicio puramente narrativo. De ahí que su organización en capítulos sea, si no aleatoria, sí bastante fragmentaria: existe una línea de relato, desde luego (la que marca el episodio comprensivo del juicio a Dios), pero cada capítulo funciona, en realidad, como un nuevo punto de vista añadido al debate de la existencia de Dios, como una nueva línea de voz cualificada que participa del mismo.

De hecho, probablemente ésta fuera la única manera lógica que tenía Mathieu de convertir en tebeo un género en el que la reflexión, el didactismo y el razonamiento dialéctico sustituyen a la forma narrativa. Es interesante, en este sentido, que el relato de Dios en persona se construya a partir de las declaraciones profundas y ampliamente razonadas de los personajes que pueblan sus páginas: como si estos fueran los testigos llamados a declarar a un juicio. Que en realidad es la figuración que se escenifica en las páginas del cómic. Nos recuerda el recurso al modo y manera en que Welles construyó su Ciudadano Kane: los testimonios subjetivos y contradictorios de aquellos que conocieron al gran magnate norteamericano (quien fuera en realidad William Randolph Hearst) ayudan a formar la imagen del personaje que da nombre al film. Es curioso que, en aquella ocasión, Kane fuera un hombre que ha adquirido la categoría de un semidiós gracias a su fortuna y en el caso de Dios en persona, Dios haya adquirido corporeidad y presencia humana.


La obra, como buen ensayo sobre el tema que es, tiene una fuerte y sólida base intelectual. El texto de Mathieu hace gala de una gran inteligencia y fuertes dosis de ironía para hablar de la actual sociedad mercantil, un entorno sociopolítico que en esta obra se revela carente de valores humanos e ideológicos. Dios en persona recurre al “sumo creador” para atacar de frente a los encargados de administrar su obra: los seres humanos. Se trata de un cómic que, detrás de su discurso teológico, esconde un mensaje de gran calado ético y filosófico: el del fracaso del ser humano como ser social.
En su, por momentos bastante claro, tono paródico, este cómic alcanza algunos instantes imaginativos de verdadera genialidad: ese momento de la creación del logo de Dios con copyright incluido o el recorrido por las galerías de arte acaparadas por las referencias al todopoderoso y la brillante explicación de las piezas en ellas expuestas; o la obra teatral  creada alrededor de un dios con dudas existenciales. Como hemos dicho, el trabajo de Mathieu está surcado de buenas ideas y de “citas” precisas que se ramifican y bifurcan ensayísticamente en diferentes direcciones argumentales.

El blanco, negro y gris que Marc-Antoine Mathieu emplea sirve para crear efectos que parecen resaltan aspectos oscuros de nosotros mismos y de la misma figura de Dios. Los claro-oscuros divinos, del sistema que permite frivolizar con una figura del calibre de Dios, etcétera. Un cómic elaborado para la reflexión y que va más allá de la labor de explicar una historia. Marc-Antoine Mathieu parece reflexionar sutilmente sobre el devenir de la Historia y cómo esta ha desembocado en la sociedad del presente y en los elementos que la conforman.El dibujo de Mathieu no intenta esquivar la complejidad del asunto referido. Recurre el francés a un estilo realista muy sintético y, por momentos, bastante sombrío y solemne. Se vale para ello de un juego cromático apoyado en los tonos grises y en grandes masas de sombra y trama negra. Sus personajes (los sociólogos, científicos, psicólogos, barrenderos o abogados que testimonian a favor o en contra de Dios en el juicio), resultan seres humanos creíbles y perfectamente identificables desde un plano de recreación física. Curiosamente, el único personaje que no tiene rostro es Dios. Mathieu evita representar al personaje central de su obra de frente: lo vemos siempre de espaldas o a través de los cristales traslúcidos de la urna que ocupa durante el juicio. El recurso es ingenioso y su utilización no resulta forzada en ningún momento. Esta solución podría leerse, además como solución al problema de la representación divina .

































miércoles, 19 de marzo de 2014

SPAGHETTI BROS

Con el curioso nombre de Spaghetti Bros, Carlos Trillo y Domingo Mandrafina, crearon un genial cómic ambientado en la época dorada de la mafia: los años 20 en los Estados Unidos, en plena Ley Seca . Con una estética que recuerda a la segunda parte del Padrino o los Intocables de Elliot Ness, estos dos autores nos narran las aventuras y desventuras de  cinco hermanos. Los hermanos Centobucchi son... fueron emigrantes italianos llegados a las tierras de promisión del Nuevo Mundo. Ahora, tras hallarse instalados, sus relaciones y vínculos se extienden como una telaraña por entre diversas instituciones, tales como la Iglesia, la Policía, la Justicia, los Sindicatos ... Es la Mafía. Los asesinatos, la corrupción, el ajuste de cuentas, la venganza son las acciones que hacen destacar a los protagonistas. El ansia de poder y, sobre todo, el dinero... 




 Amerigo es un gangster, Frank, un sacerdote, Tony, policía, Carmela, una ama de casa que, en realidad, trabaja como asesina, y Caterina, una estrella de cine conocida como Gipsy Bone. La narrativa está dispuesta  en forma de historias cortas, algunas autoconcluyentes, otras con continuidad, en las que las vidas de estos cinco hermanos se entrecruzan, a veces de forma dramática, a veces con golpes de humor. Precisamente en el sarcasmo y la tragedia de estas pobres almas está el mejor argumento del cómic, pues retrata a unos personajes realistas y llenos de matices que los humanizan y enriquecen. Por las viñetas pulula todo tipo de seres humanos, desde estrellas de cine a crápulas de merecida mala reputación.

Carlos Trillo, guionista de la serie y argentino de nacimiento, es un reconocido autor de cómics de proyección internacional. Tras el golpe militar sufrido en Argentina en la década de los 70, se exilió a Francia, en donde ha publicado la mayoría de sus guiones. 
Por su parte, Domingo Mandrafina, quien también comenzó su carrera en la década de los años 70, es un prestigioso dibujante. Su estilo destaca por un trazo grueso que realza el juego de luces y sombras. 
Justo es que este tándem argentino trate esta temática como propia, pues no en vano su país recibió y acogió a un grueso contingente de emigrantes de Italia.










martes, 18 de marzo de 2014

KEN GAMES


La historia narra la amistad entre dos chicos que se conocen en la Universidad, y que ahora se convierte en un trío de amigos, al entrar en juego la novia de uno de ellos. La relación de los chicos fue muy estrecha, pero en estos momentos, está basada en encuentros ocasionales. Fuera de esas reuniones, cada cual realiza su vida, sin saber de la de los otros más allá de lo que dejan entrever o de lo que es conveniente que se sepa. Porque no es conveniente que el amigo conozca en lo que se ha convertido la propia vida, esa vida a la que los lectores vamos teniendo acceso poco a poco, entrando en sus respectivos mundos y en las normas que los rigen, que no son las esperadas o las que dejan ver.

El protagonista principal se llama Pierre y es hijo de un afamado matemático, profesor en la Universidad donde su vástago estudiaba, siguiendo los pasos de su progenitor. Esa situación ha cambiado, dando paso a su vida actual, a su mentira actual, que mantiene alejada de sus amigos, interpretando un papel estudiado, del que resulta más y más complicado salir, por lo que el engaño no sólo se mantiene, si no que continúa creciendo y devorando la realidad.

Lo curioso es que mentir y dejarse devorar por sus mentiras es lo que les sucede también a los otros dos personajes: sus vidas no son, ni por asomo, lo que se supone que son, pero hay que mantener las apariencias ante los demás, ante el amor y la amistad, haciendo de esa mentira una parte tan fundamental de sus existencias que llega a ser un personaje más, por la fuerte influencia que ejerce en su presente, marcando el futuro irremisiblemente, consiguiendo que mantengan una máscara de normalidad allí donde no existe, pues sus vidas reales son las que parecen salidas de una imaginación macabra .

 Así, la mentira va creciendo, llenándolo todo, marcando sus relaciones, sin que ninguno sepa que a los otros dos les sucede exactamente igual: los tres desearían librarse de esa pesada carga que les condiciona de tal manera que ya no sabrían cómo vivir fuera de esa realidad creada a medida, como un traje perfecto en apariencia pero cuyas costuras nos queman la piel.






Es en el apartado gráfico en el que los autores y, en particular, un brillante Marcial Toledano, no escatiman esfuerzos para adecuar un dibujo preciosista y detallista en el que se perciben ciertas influencias del manga japonés a la historia planteada. 

Toledano ha asimilado algunos de los mejores recursos del cómic japonés para mantener la atención del lector y los ha adecuado sin ningún prejuicio y con toda naturalidad a la estructura del álbum europeo para ganar espacio a la caracterización de los personajes, a las secuencias de acción y a la complejidad de la trama, un espacio que es estupendamente aprovechado por Toledano para lucirse en magníficas secuencias mudas en la que su dibujo lleva el peso de la narración y carga de crudeza y dramatismo a la historia, dándole un tono más duro y amargo. 


El álbum es rico en recursos propios del medio y es aconsejable una relectura del aficionado para demorarse en su análisis, pero los más evidentes son quizás los elegantes flashbacks en los que en una misma viñeta se nos describen el pasado sin abandonar por ello el hilo presente de la narración, el uso de las onomatopeyas y los escorzos para el tratamiento de la tensión o la deformación de las viñetas para reflejar la violencia y dinamismo de los combates pugilísticos. Es destacable también, el suave y premeditado uso de una paleta de suaves colores que junto al dibujo amable, naif, de Toledano contrastan con la sordidez de los ambientes en los que se desarrolla la mayor parte de la historia.

















  

lunes, 17 de marzo de 2014

BLACK JACK


 Un  genio del bisturí al margen de la ley



Muchos no sabréis que Osamu Tezuka, el afamado “Dios del manga” y creador de numerosas series clásicas como Astro Boy, La Princesa Caballero, Adolf o Fénix, estudió medicina. En concreto, se especializó en pediatría y llegó a obtener la licencia, pero nunca ejerció como médico dado el increíble éxito que tuvieron sus cómics en el Japón de la postguerra. Con la serie que nos ocupa hoy, Tezuka consiguió combinar dos de sus mayores intereses: el cómic y la medicina.

Black Jack se centra en las peripecias del cirujano de dicho nombre, un tipo serio, frío, misterioso y poco expresivo que, a pesar de carecer de licencia oficial para ejercer la medicina, tiene una gran habilidad con el bisturí. Dado que casi siempre se mueve en círculos ilegales, este médico suele cobrar grandes cantidades de dinero a sus pacientes, a los que promete su silencio y la posibilidad de realizar prácticamente cualquier operación imaginable.

Este cómic se compone de historias auto-conclusivas. Prácticamente todas ellas tienen un patrón similar, ya que consisten en las desventuras de distintos personajes que sufren alguna enfermedad o accidente, viéndose obligados a contratar los servicios de Black Jack para poder recuperar la salud. El hecho de que se trate de capítulos de unas 20 páginas otorga a Tezuka una gran libertad para introducir todo tipo de historias, situaciones y personajes. Así, algunas de estas historias tienen un gran componente de aventuras, ya que el doctor Black Jack está dispuesto a viajar a cualquier parte del mundo donde se le requiera; de drama, puesto que encontramos muchas escenas sensibles; de intriga, en tanto que Black Jack se las ve con asesinos y ladrones de todo tipo; así como pequeños toques de humor. En este sentido, nos encontramos ante una obra muy variada que, siguiendo el hilo de la medicina, proporciona grandes dosis de entretenimiento.



A pesar de que las historias son auto-conclusivas, en ciertos capítulos Tezuka profundiza en el personaje de Black Jack. Así conoceremos que el peculiar aspecto de este doctor (tiene cicatrices por todo el cuerpo, media cara de color distinto, la mitad de su pelo es canoso) se debe a las numerosas operaciones a las que se vio sometido de pequeño por culpa de un accidente. También descubriremos que Black Jack pretende llevar a cabo una venganza contra los responsables de dicho accidente. Del mismo modo, Black Jack cuenta con una serie de personajes secundarios que hacen aparición en varios capítulos.

Visualmente, Black Jack es una obra que presenta el típico dibujo de Tezuka, simple y caricaturizado, pero que funciona realmente bien gracias al dominio narrativo del autor. En este sentido, hay que destacar que los estudios médicos de Tezuka fueron determinantes en la construcción de este cómic, puesto que encontramos numerosas viñetas “anatómicas” en las que el autor dibuja partes del cuerpo humano, como músculos u órganos, con gran precisión. De hecho, muchos capítulos del cómic resultan incluso didácticos puesto que se explican gráficamente cómo funcionan algunas enfermedades o el funcionamiento de ciertas partes del cuerpo. Tezuka utiliza en este cómic numerosos gags visuales e introduce personajes absurdos que vienen a aportar un toque de humor al cómic. Además, también encontraremos cameos de otros personajes de sus obras más conocidas e incluso de él mismo. Tezuka se autoretrata en Black Jack como médico e incluso como paciente afectado por el estrés de las entregas semanales.

Además del dibujo clásico de Tezuka, en Black Jack encontramos muchos de los valores imperantes de su obra, como el ecologismo, el valor de la vida, la solidaridad y la justicia. Black Jack, pese a su fría fachada, es una buena persona que emplea las millonadas que cobra por sus operaciones en preservar la naturaleza. Además, suele curar de forma gratuita en ciertas ocasiones a personas que destacan por su honradez y falta de medios. De hecho, la obra plantea una cierta crítica al sistema sanitario japonés por su exclusividad. Tezuka defiende que todos los seres humanos deben recibir atención médica en las mismascondiciones.

Black Jack es una de las obras cumbres de Osamu Tezuka y, por consiguiente, del cómic japonés. . Es un cómic muy, muy entretenido con historias variadas, un ritmo narrativo estupendo y una gran relación calidad-precio. ¿A qué esperáis para conocer al médico más carismático de todos los tiempos?













miércoles, 12 de marzo de 2014

EL GUSTO DEL CLORO

 Vivès es ya, pese a su juventud (nació en febrero de 1984), uno de los nombres imprescindibles del panorama internacional. El anuncio de cada nuevo proyecto despierta expectación repartida entre sus seguidores y los jurados de los más prestigiosos certámenes franco-belgas. Como unos pocos elegidos, ha pasado de joven promesa a referencia del mundo de la viñeta en el tiempo que se tarda en deletrear su nombre. La ascensión al Olimpo comenzó con El gusto del cloro(galardonado con el premio Essentiel Révélation del Festival de Angouleme en 2009), un depurado ejercicio de estilo alrededor de las prácticas de natación de un chaval un miércoles a la semana.



El gusto del cloro se lee en un suspiro y deja detrás esa misma evanescencia de las cosas fugaces, de esas que pensamos, por un momento, que podemos retener, aprisionadas en un hábito, pero el tiempo, implacable, nos burla, y las hemos perdido antes de haberlas tenido siquiera. Esa es la propuesta del autor y sabe Dios el trabajo que le habrá llevado conseguirla, por no mencionar el talento necesario. Vivès, como un matemático del instante, como un músico de la forma, selecciona pacientemente la imagen que contiene a las demás, que vuelve innecesarias las tomas intermedias. Las viñetas discurren como una melodía, con su propio tempo, con un algo de dulce ensoñación.

Es fácil quedar asombrado con el despliegue gráfico, tan capaz de pormenorizar un gesto atrapado al vuelo como de resumir un movimiento con una mancha de color, y, sin embargo, lo realmente difícil es articular esos hallazgos para trascender la estampa costumbrista. La historia queda depurada hasta la anécdota, simplificada y a la vez engrandecida, como un símbolo. Conmueve porque ya la hemos vivido. Construida con emociones sencillas, como el roce fugaz de un beso en la mejilla, Vivès apela a esos recuerdos insignificantes pero vivificadores, de los que están hechos los vicios y las costumbres, pero también las ilusiones, frágiles como una gota de agua. Evita los nombres propios. Quiere proporcionar ese aire de chisme vecinal de “le ocurrió a un amigo de un amigo”. Así nos resulta doblemente mítica y cercana, pues le podría haber pasado a cualquiera, incluido a nosotros. Y, en cierta forma, nos sucedió años atrás, excepto por uno o dos detalles de la biografía particular de cada uno.






























No se insistirá lo bastante sobre las deliciosas ilustraciones, la inteligencia de su elección, la delicadeza de su trazo, la sensibilidad de una mirada, en esencia, juvenil, pero que ya ha aprendido el sinsabor de la vida. En una profesión donde abundan los atajos, donde puede triunfar (y a menudo triunfa) quien aprende a dibujar muñequitos musculosos con los dientes apretados, Vivès acude al apunte del natural (del amigo, no del modelo) y lo sublima en una perfecta síntesis entre el realismo y la línea clara. La aparente sencillez de la composición esconde la sabia elección de encuadres, certeros y hermosos en los planos acuáticos, donde esa soledad característica del hombre en un medio inhóspito es reproducida con insultante verosimilitud.



martes, 11 de marzo de 2014

KOMA


Resulta interesante fijarse en la 

progresión que se produce en 

esta serie en la que todo el armazón 

argumental recaía enormemente 
en manos de su dibujante, 

Frederik Peeters.


Desde la primera entrega Peeters conseguía introducirnos en las claves principales de la historia a través de los inmensos ojos negros de Addidas, la niña protagonista. Cuatro escenas escogidas, algunos breves diálogos rebosando cotidianidad y un atisbo de presentación de los dos escenarios principales lograba que nos adentrásemos en aquel nuevo mundo movidos, sobre todo, por la extraña empatía establecida con aquella chiquilla que parecía terriblemente enferma.















Wazen, confiando plenamente en Peeters, otorga al dibujante la responsabilidad de hacer que el silencio hablara. Y Peeters, con toda la espontaneidad de su pincel y la inspiración de sus diseños, arremete contra nosotros con el arma ante la que podíamos sentirnos más indefensos: la mirada de una niña.




Encariñados ya sin remedio de Addidas, el argumento gana en dinamismo, la relevancia de los diálogos es mayor y las diversas escenas van aportando nuevos datos sobre este extraño mundo infestado de chimeneas al tiempo que plantean nuevos interrogantes. Wazen se crece para ponerse al mismo nivel que Peeters y juntos arrancan de veras con esta historia, ahora que los vínculos afectivos entre lector y protagonista están asegurados.
Y así nos brindan un relato tierno y optimista. Con sus dosis de intriga y misterio. Con esa humanidad rebosante que transpiran los niños y que hace que éste sea un cómic apto tanto para grandes como para pequeños. Curiosos, queremos saber más cuanto más nos expliquen. Encaprichados, ya no podremos permitir que Addidas salga de nuestra vida.