lunes, 28 de abril de 2014

EL LOBO SOLITARIO Y SU CACHORRO

El drama de Ittô Ogami comienza cuando el poderoso clan Yagyu, que durante años ha ambicionado para sí el título de kogi kaishakunin, masacra a la familia de Ogami y hace ver que Ittô conspiraba contra el líder de la nación. Despojado de su rango y perseguido como traidor, el protagonista se ve condenado a convertirse  en ronin (samurái sin señor) y, junto con el único superviviente de su familia, su hijo menor Daigoro, se consagra al meifumado: el “camino al infierno” que conduce a la venganza o a la muerte.

En esencia, El lobo solitario y su cachorro es una larga historia de venganza, brutal y despiadada, que se extiende a lo largo 8.700 páginas en las que guionista y dibujante nos desgranan los entresijos del Japón feudal, las peculiaridades de la compleja casta samurái y el código según el cual vivían y morían: el Bushido.  La relación entre padre e hijo, la descripción de un momento histórico único, la ascética concepción de la vida que poseían los samuráis… Todo ello se entrelaza para dotar al relato de un enorme poder de fascinación, haciéndonos asistir a su desarrollo conmovidos y horrorizados a partes iguales.

 La obra de Koike y Kojima ofrece una visión oscura y brutal del período histórico en el que se desarrolla este tipo de relatos , mezclando una narración áspera de la violencia que embargaba la vida de la casta samurái con un excelente retrato costumbrista del Japón feudal. Los guiones de Koike y las majestuosas ilustraciones de Kojima (cuyo trabajo para esta colección ha llegado a compararse con las láminas de los grandes maestros por su evocador retrato de la época) lograban armonizar los aspectos más decadentes de dicha sociedad con otros de gran lirismo, ofreciendo al lector una imagen compleja,  pero fidedigna, de lo que era el Japón del periodo Edo.


Pocas veces una obra consigue un impacto tan profundo en la cultura de un país, convirtiéndose en un referente cuya popularidad no ha decaído en generaciones posteriores. Pero más allá de su calado social, debemos comprender que Kozure Ôkami representó un  hito en la historia del manga, no sólo por su impacto en obras posteriores, sino porque, por primera vez, un cómic japonés traspasaba las fronteras de su mercado natural y extendía su influencia hasta Occidente.








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