LA
MALA GENTE / Étienne Davodeau
Étienne
Davodeau es autor de historietas ya hecho, que ha firmado docena y
media de
títulos, casi siempre historias de gente corriente, que critican
comportamientos y costumbres
o denuncian la especulación y las componendas políticas, con una discreta
acogida del público francés. La mala gente ha debido de dar en el
blanco de
la sensibilidad del lector común, pues ha ganado casi todos los
premios imaginables:
el de mejor guión y el del público en el festival de Angoulême, el
de la crítica
—la ACBD—, el de France Info a la mejor historieta de actualidad,
entre otros.
Resulta afortunado que fuera éste el título que lo presentó al
público español.
Los
ingredientes de La mala gente son similares a los de otras obras
suyas. Davodeau
se dibuja de nuevo como personaje que indaga en las vidas de otros para
contarlas y describir así la realidad contemporánea de su país. Lo
peculiar de este
título es que el dibujante acosa a preguntas a sus padres, con idea
de contar qué
les condujo desde su infancia en el pueblo —en esa comarca de
Mauges que presta
mote a sus habitantes y título a la obra— a las asociaciones
católicas de base,
al sindicalismo y, por fin, a la militancia de izquierdas. La mala
gente cuenta los
trabajos y los días de una generación de franceses, los nacidos a
comienzos de los
cuarenta, hasta el 10 de mayo de 1981 en que el socialista Miterrand
ganó por primera
vez las elecciones.
Davodeau
despliega tal biografía generacional con talento de buen narrador.
El carácter
testimonial de su relato requiere a menudo largos textos narrativos
en que sus
protagonistas, Maurice y Marie-Jo Davodeau, explican circunstancias y
detalles de
su madurar. Aunque largos, tienen la ligereza de conversaciones y
disputas entre autor
y testigos, con un estilo coloquial, divagaciones ocasionales y, en
suma, mucha
vivacidad. La misma que anima su dibujo, de línea suelta y sombras acuareladas
expresivas. La relación actual con sus padres, que interrumpe y
puntúa el
relato histórico, lo aviva, lo hace próximo y creíble. Davodeau
habla de una generación
con la curiosidad y el afecto que lo unen a dos seres próximos. La
suya es
una obra viva, que irradia comprensión crítica y ternura.
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