ENTREVISTA
A HUGO PRATT
Germán
Cáceres:El programa cultural Italiana 86 comprende
óperas, conciertos, cine, teatro, conferencias, danza, exposiciones
de pintura y su muestra historietística. ¿No piensa que ello
significa un merecido reconocimiento del prestigio de la historieta?
Hugo
Pratt: Me parece justo que sea así. Porque está siempre latente
el prejuicio –que más bien es ignorancia- de que la historieta es
un arte menor. Se presume que habría un arte mayor. Pero éste ¿en
qué consiste? Porque es muy difícil dar una definición del arte.
El arte o es una intuición pura de la realidad o es comunicación. Y
si es comunicación, la historieta entonces es arte. No me defino
como artista, sino como artesano, a la manera del pintor renacentista
que cuenta con colaboradores. La historieta es ante todo una
disciplina, un gran medio laboral. Trabaja no sólo el dibujante,
sino el colorista, el que hace el lettering, el responsable de
la composición tipográfica, el guionista. Me pregunto: ¿quién
inventó esta subvaloración de la historieta? ¿Los críticos, la
cultura oficial, el periodismo, la opinión de cierta clase social?
G.C.:¿No
cree que este desprecio hacia la historieta se origina en el hecho de
que grupos academicistas se defienden de las nuevas expresiones
artísticas que ponen en peligro su poder cultural?
H.P.:
Eso lo explican con elocuencia las cifras de venta. De un solo
personaje como Tintín, de Hergé, se editaron
ciento ochenta millones de libros desde su aparición en 1929. Por
ejemplo, la primera edición deBlueberry, de Moebius,
consta de ochenta mil ejemplares. ¿Qué puede decir sobre estos
números la cultura oficial? Se calla, no le conviene hablar, porque:
¿alcanza estos tiradas alguno de los escritores de la proclamada
literatura mayor?
G.C.:
La cultura oficial que Ud. menciona afirma que la historieta es para
la masa.
H.P.:
Quiere decir que para la mentalidad de esa cultura aristocratizante
la masa es más estúpida que los cuatro mil lectores de un libro
selecto. ¿Es que no hay que escuchar a la masa y sí a la minoría
que frecuenta novelas que recibieron el premio Goncourt?
G.
C.: Por suerte hay ciertos críticos como Umberto Eco que
valorizaron la historieta.
H.P.:
Por supuesto; es el caso de Gillo Dorflles que elogió mi
obra, y de Romero Brest que llegó considerarme más un pintor
que un dibujante de historietas. No dudo que abundan los críticos
honestos y serios, pero a mí me interesa el público.
G.C.:
Cambiando de tema, ¿Ud. está trabajando ahora con Milo Manara?
H.P.:
Milo Manara es todo un creador que dibuja y escribe. Me pidió
-¡vaya saber por qué!- un guión sobre la colonización de América.
Era un tema que hacía tiempo rondaba por mi cabeza y deseaba
dibujar, pero como me estoy poniendo viejo y tengo poco tiempo,
escribí el guión y Manara lo dibujó muy bien. Tal vez haya pensado
que yo conocía mejor que él la problemática del indio americano.
La historieta se llamó Todo empezó con un verano indio y me
demandó leer, o más precisamente visitar, unos sesenta libros.
G.C.:
¿Y qué puede contarnos de su experiencia con el color?
H.P.:
Amo la pintura y he incursionado en ella. Pero opto por hacer lo que
conozco, o sea dibujar historietas. Cuando surge la necesidad de
colorearlas, en lugar de restarle dedicación al dibujo recurro a un
colorista. En esta tarea descuellan las mujeres: son más hábiles
que el hombre. Porque la historieta no admite contrastes violentos,
sino combinaciones tenues, suaves, como la técnica del pastel.
Patricia
Zanotti,
quien con Guido
Fuga dirige
esta muestra, es una excelente colorista y ha colaborado conmigo.
Pero ella es una auténtica creadora y no dudo que pronto abandonará
la coloración por el dibujo.
G.C.:
Ud. vivió muchos años en la Argentina, donde dibujó hermosas
historietas como Sargento Kirk, Ernie
Pike, Wheeling, Capitán
Cormorant y Ticonderoga Flint. ¿Su formación
artística es argentina?
H.P.:
Lo que desarrollé en este país fue la madurez; mi formación es
anterior. Empieza en Venecia cuando tenía cinco o seis años y
prosigue en Etiopía, donde abrevé en la pintura copta, cuyas
imágenes poseen semejanza con la historieta.
G.C.:
¿A qué edad estuvo en Etiopía?
H.P.: Entre los diez y
los dieciséis años.
G.C.:
¿Allí estudió dibujo?
H.P.: Nunca estudié dibujo, si
por ello se entiende copiar yesos. No creo ser un buen dibujante; lo
mío es habilidad para narrar o si quiere para acompañar los
diálogos. Soy mejor dialoguista que dibujante.
Creo que los libros de Corto Maltés son grandes relatos que te enganchan desde el primer momento en que comienzas a leerlos. Estos relatos son muy entretenidos y diveridos.
ResponderEliminarSobre Hugo Pratt cabe comentar que es un gran escritor y dibujante, en sus libros podemos apreciar esto, pues tienen unas ilustraciones muy buenas acompañadas de un gran dialogo.
En general creo que son unos libros que recomendaria a todo el mundo.
Entre los que he leido están: La balada del mar salado, Por culpa de una gaviota, Un aguila en la jungla...
Para mí los cómics de Hugo Pratt son muy entretenidos y además, son educativos. Quizás son algo difíciles de entender, aunque no todos.
ResponderEliminarHugo Pratt es para mí un gran autor de libros, me gusta su estilo nada común y su forma única de expresarse.
Vudú por el presidente.
ResponderEliminarEs una historia extraña donde los muertos juzgan a los vivos. En el banquillo de los acusados se sienta en esta ocasión Soledad Lockhart a quien ya conoce Corto, aunque él no lo recuerda, de cuando se llamaba John Smith. Lo recomiendo.
De otros Romeos y otras Julietas:
ResponderEliminarCorto Maltés se ve envuelto en un conflicto entre poblados, donde la hija de un gobernante ha sido secuestrada por el otro poblado, supuestamente. Entran en guerra unos con otros y Corto termina huyendo. En su huida, ve en una caseta a un hombre y a la hija del gobernante. Corto regresa al poblado con ambos, le devuelve la hija al gobernante y asesinan al hombre que la había secuestrado.
Tango.
ResponderEliminarCorto Maltés viaja en esta ocasión a Argentina, un mundo de pasiones, amor y dolor . Una historia en la que su propia vida puede peligrar por el amor de una mujer.