jueves, 16 de enero de 2014

HÁGASE EL CAOS

HÁGASE EL CAOS

Esta es la inquietante premisa con la que parte el "Hágase el caos 1. Lux" : Una intriga digna de los mejores thrillers políticos. La premisa es simple: Alex, un científico policial de Scotland Yard, de origen Yugoslavo, es informado de que su madre, Sofia, ha muerto atropellada en misteriosas circunstancias tras salir de la residencia para ancianos en la que estaba interna.


Mientras tanto, la ciudad de Londres se prepara para la visita del mariscal Tito, máxima autoridad de la época en Yugoslavia. Las indagaciones del personaje a lo largo de todo este primer álbum, nos demuestran las tremendas capas que albergan todos los integrantes de la trama y cómo poco a poco los autores nos dosifican los acontecimientos para mantener ese suspense inquieto que nos hace solidarizarnos con el pobre personaje en la búsqueda de la verdad. ¿Accidente, asesinato, conspiración?

Todas esas son las preguntas que recorren a Alex en las magistrales páginas iniciales que luego nos llevan a la retrospectiva de por qué nos encontramos en tan explosiva situación de inicio. Tranquilos todos aquellos que crean que deben tener unos mínimos conocimientos sobre la época o la historia, como no podía ser de otra manera. A base de sus densos diálogos y contextualización, Hernández nos pone en todos los antecedentes históricos sociales necesarios para entender el gris marco de corrupción en el que se mueve Alex; un claro ejemplo de esto lo tenemos en la conversación en coche entre el propio Alex y el Profesor
Ibisevic, uno de los personajes más inquietantes de la obra.
La obra sabe medir los tiempos de una manera realmente extraordinaria y el dibujo acompaña en todo momento a la trama. Nos encontramos con páginas cargadas de viñetas e inmensos cuadros de texto y bocadillos, donde, difuminando totalmente la frontera con el cine, nos encontramos con elementos que bien podrían ser el storyboard de cualquier película; extensísimas conversaciones (el dibujante se ve fuertemente constreñido en los
planos, amén de que la reproducción de Norma acorta la longitud de las viñetas, por lo que al lector puede darle una sensación de apelmazamiento, pero en esas viñetas mudas se goza de ese ambiente paisajístico con la negra y densa niebla del Londres de los 60 de los lápices de Seguí) en el circulo de Alex sobre cómo actuar ante lo sucedido con su madre; aterradoras escenas en las que silenciosos agentes le muestran a Alex lo inapropiado de seguir con la investigación de la muerte de su madre; rocambolescos giros de guión donde nada es lo que parece y Alex se ve envuelto en un mundo de contraespionaje … y todo ello librado de explosiones sin sentido o agentes secretos británicos con licencia para matar.

Aquí se nos muestra la verdad de las situaciones y cómo la vida de un hombre puede cambiar en un instante sin que ello implique convertirse en el mejor espía de todos los tiempos.



Los autores salen con gran habilidad de cualquier paso y nos retratan unos cuidados escenarios de época. Una Londres totalmente inmersa en la gris situación política de la época, contaminada, sucia y deprimida. La paleta de color juega con maestría con la iluminación, no teniendo ningún problema para pasar de los grises de Londres, a los ocres del otoño de un parque en las afueras o a una muy soleada Mallorca, (destino para la acción del segundo álbum).


El estilo de Seguí, quizás algo caricaturesco al principio, no es en absoluto dañino para la obra, pues, como ya hemos dicho, desde el diseño de página al coloreado, todo está orientado para que los personajes adquieran protagonismo. No en vano Cava y Segui ganaron el premio Nacional de Cómic 2009 por su meritorio trabajo en la también recomendable obra “Las serpientes Ciegas”.

La edición de Norma, como siempre, cuida con todo lujo de detalles esta historia que nos brinda en el lujoso formato europeo de tapa dura, toda una delicia para los amantes del thriller y la recreación histórica.





Retomando la historia allí donde se interrumpiera en “Lux”, Álex y Vanesa se trasladan a Mallorca haciéndose pasar por un matrimonio para investigar la identidad de la persona que le mandaba las misteriosas postales a la fallecida madre de Álex. Sin embargo, en Mallorca cada descubrimiento les conducirá a un nuevo misterio en torno a la muerte de la madre de Álex y las distintas facciones enfrentadas en torno a la creación del nuevo estado de Yugoslavia.


Tras leer Umbra” uno no puede dejar de rendirse ante la elaborada trama de espionaje que el estupendamente avenido dúo de creadores ha construido y que nada tiene que envidiar a los clásicos de Simenon o Greene que toman como referentes. Como si de una muñeca rusa se tratase, la trama enlaza a la perfección el oscuro pasado del protagonista Álex con la descripción del complejo juego de fuerzas e intereses contrapuestos que desembocaron en la creación de Yugoslavia, un estado artificial en un territorio conflictivo que siempre ha sido objeto de luchas externas e internas.

El trabajo de documentación es enorme, no sólo para entender y sintetizar todo el contexto histórico al que se refiere la obra, sino además para hilvanarlo hábilmente en la trama sin caer en el excesivo didactismo. Como ya ocurriera en “Las Serpientes Ciegas”, la historia se centra en mostrar a unos personajes derrotados y atormentados víctimas de un juego de poder en el que no han elegido participar y que acaba separándolos sin que en ningún caso los avances que el protagonista Álex realiza aclaren las cosas, sino que aportan nuevas sombras respecto a los ambiguos bandos que se enfrentan y su dudosa moralidad. Sin embargo, en esta ocasión, a modo de epílogo, los autores añaden una tregua a los personajes ofreciéndoles una salida airosa al cabo de los años en un final abierto .
A pesar de las influencias literarias que sobrevuelan la obra, estamos ante un cómic perfectamente engarzado y en el que se ha documentado al máximo la descripción de los lugares –impresionante su retrato de la lluviosa Mallorca invernal de posguerra refugio de espías y exiliados - y los personajes retratados con maestría por Bartolomé Seguí que cuida hasta el

último detalle la presentación de cada detalle y es único en la creación de atmósferas absorbentes, contenidas e íntimas que atrapan al lector y le impiden abandonar la lectura hasta la última página.

En fin, Umbra” es un colofón redondo, triste y hermoso a este estupendo díptico que es “Hágase el caos”. Un tebeo excelente.

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