jueves, 9 de enero de 2014

LA PIEL DEL OSO

Novedad de la Tebeoteca Cáparra : La piel del oso. Premio al autor revelación en el 31º Salón del Cómic de Barcelona




La piel del oso
Zidrou (guion) y Oriol (dibujo)
Norma Editorial


Amadeo es un chico de quince años que vive en un pequeño pueblo de Lípari, la isla italiana, y que cada día gana algo de dinero leyéndole el horóscopo a don Palermo, un anciano invidente al que cuida su tía. Cuando el joven le pregunta a este la verdadera razón de su interés por un entretenimiento tan banal, el anciano le acaba contando la historia de su vida: concretamente, cómo a finales de la década de los 30 pasó de ser el hijo de unos artistas circenses a convertirse en sicario de uno de los mafiosos más poderosos de Stonefield, una ciudad de la costa este de Estados Unidos.
Contado así, qué duda cabe de que La piel del oso es un cómic de género negro; más concretamente del subgénero que forman los relatos protagonizados por gángsteres y ambientados en el mundo de la Mafia, la Cosa Nostra o, en definitiva, cualquier microcosmos vinculado al crimen organizado. En este relato escrito por el belga Zidrou y dibujado por el catalán Oriol no falta nada de lo que se suele esperar del mismo: mafiosos sin escrúpulos, pistoleros a sueldo, enfrentamientos entre clanes por el control del mundo del crimen, economía sumergida, honor mancillado, venganzas que se gestan a lo largo de los años…
En efecto, aquel que empiece a leer las 64 páginas del álbum (una de las extensiones habituales del mercado europeo) descubrirá muy pronto que don Palermo no es ciego ni de nacimiento ni por accidente, y que su antigua asociación con el temible don Pomodoro, un gángster que estrenaba traje blanco a diario y que se enorgullecía de mancharlo de sangre antes de la puesta de sol, estaba promovida por un poderoso deseo de venganza. Un deseo provocado por un acto que para el mafioso podría resultar intrascendente pero que para el joven supondrá un antes y un después en su vida: nada más y nada menos que la pérdida de la inocencia, representada por esa piel de oso que da título a la obra y que el personaje vestirá a partir de entonces a modo de metáfora de su transformación.



En cambio, a priori podría parecer que en La piel del oso se da una fractura entre lo que se cuenta y el cómo se cuenta: el acabado visual que el dibujante, que debuta con este álbum, le confiere a la obra no parece el más apropiado para un relato como el que le ofrece el guionista de Lydie, o al menos no es el más usual para una trama de estas características. Y es que su estilo –véanse las figuras humanas, de aspecto intencionadamente no naturalista, o los colores planos de algunos fondos– resulta mucho más próximo a la historieta de autor, de corte intimista, que a lo que suele entenderse por un relato de género. Pero, ¿y si La piel del oso no es, o al menos no es solamente, ni siquiera principalmente, un relato de género? Esto es lo que descubrirá también aquel que se adentre en el relato hasta su tercio final, y no me refiero a ese ligero (y agradable) toque autoconsciente que salpica toda la obra, determinado por el hecho de que don Palermo se ganara la vida años atrás escribiendo novelitas de quiosco probablemente inspiradas en su vida real, y que cuando era adolescente leyera con avidez las historietas del Dick Tracy de Chester Gould… aparte de que siempre tuviese un recuerdo especial de John Steinbeck y su novela Las uvas de la ira por razones que no vamos a desvelar aquí. Me refiero más bien a la conclusión del relato, donde no falta alguna que otra sorpresa que incremente el interés del lector, pero que sobre todo hace gala de un hálito de índole romántica que confiere verdadera personalidad a la obra, la cual finaliza con una página bellísima que por sí sola justifica su lectura con creces.


















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